La silueta femenina a través de Lucy Mattos por María Growel
DEL LIBRO “PRESENCIA FEMENINA EN LA PLÁSTICA CONTINENTAL”
“LA SILUETA FEMENINA A TRAVES DE LUCY MATTOS”
“La escultura suele despertar emociones diferentes a las que provoca la música o la pintura. Quizás ello sea debido a que, mientras el compositor, el pintor o el poeta (si nos adentramos en la literatura) utilizan sus emociones como un medio, haciendo un verdadero ejercicio de catarsis en medio de una crisis, lo incierto, lo pasajero, no se conjugan con la escultura como tampoco con la arquitectura.
Marginemos volúmenes y espacios. La piedra, el bronce, el cemento. Acrílicos, resinas, hierros, cobres, plata o nobles maderas, que todo es válido y utilizable, inclusive cristalinas aguas. Formas concretas, líneas curvas “assamblages”. No es el caso aquí analizar técnicas y/o materiales. Si es nuestra intención dilucidar, en primera instancia y por experiencia propia, que un oleo puede plasmarse en sesenta veloces minutos como también a lo largo de interminables días cuando se utilizan transparencias tonales. Pero la escultura requiere la elaboración de una idea, un boceto a priori, cálculos exactos, la decantación luego, un retoque quizás. Y ello hace que sea virtualmente imposible tallar una madera o esculpir un mármol cuando la pasión nos ciega.
El don divino del arte – vínculo entre lo individual y lo universal –, el poder de tener el movimiento para la eternidad, e inmortalizar la acción de un instante, ha sido – y es – meta de incontables artistas de todas las épocas y estilos. Los mármoles renacentistas, las figuras de Rodin, las masas del británico Henrry Moore, las formas del español Eduardo Chillida, algunas obras de Pablo Picasso, las hidroesculturas Gyula Kosice o las estatuas del uruguayo José Luis Zorrilla de San Martín, son patrimonio de la humanidad. Y al analizarlas es factible advertir que, si bien están dotadas de un algo intangible que les han otorgado sus respectivos hacedores en distintos raptos de inspiración (que nada tiene que ver con la improvisación), tienen cierta monumentalidad, una grandeza intrínseca que se acompaña con el tiempo suspendido, el equilibrio y el sosiego, en un permanente juego de luz y sombra, que atrae e inquieta por igual.
“Si no somos capaces de problematizar nuestra existencia, ahondando en sus contenidos y cuestionando sus formas, jamás madurará el modo de creación nacional” – sostuvo el crítico Jorge Romero Brest. Y si nos detenemos en la historicidad de cada género artístico será dable observar eslabones que signan distintas etapas evolutivas, con indispensables aportes individuales. Y al analizar la historia de la escultura Argentina, es imprescindible citar los nombres de Agustín Riganelli y Alfredo Bigatti, entre los principales pilares del arte en el siglo XX.
Igualmente, consideramos que, al investigar entorno a los aportes femeninos a la escultura de las últimas décadas de la presente centuria, hay que rescatar el nombre de Lucy Mattos, cuyas obras tuvimos ocasión de apreciar por vez primera en la muestra realizada en el Museo de Arte Americano de Maldonado, en 1991 y nuevamente en Galería Folgar, Punta del Este, Uruguay, en 1992.
Esta artista noble e inteligente, nacida en la provincia de Misiones, maestra normal y egresada de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón como Profesora nacional de escultura, discípula de Antonio Pujía y Enrique Romano, ha trabajado en la talla de la madera, mármol, bronce (por el método de la cera fundida), acrílico, resina poliéster, etc. En 1990 realizó una serie de dibujos sobre la figura femenina así como notables monocopias y valiosos grabados, que pudieron verse en la exposición realizada en el Museo Juan Yaparí en Misiones. Sus obras gráficas conjugan elementos de la vegetación y la fauna misionera – huellas indelebles de su infancia transcurrida en San Ignacio, la misma región que inspirará gran parte de la obra de Horacio Quiroga –, con títulos como Puerto Mont, Soledad, Mujer con Lagarto,Mujer de la Selva, reveladoras de sus vivencias e inquietudes. En tallas que se vuelcan al amor maternal, palpitan en Amantes en Otoño, vibran en Las Cuatro Hermanas. Trabajos en diversidad de materiales que se vuelven dúctiles en sus hábiles manos, revelando la madurez de la creación. Etéreas figuras, curvas, concavidades, líneas que se convierten en vivos testimonios y riqueza interior como solo una acabada artista pude brindar. De ahí el éxito de su obra en el Salón América, Quinto Centenario realizado en el Museo Didáctico Artilista de Maldonado con el patrocinio de la embajada de España en el Uruguay, conjuntamente con una delegación de plásticas argentinas.
Éxito que – hay que decirlo – se justifica por una larga trayectoria que incluye viajes de estudio, visitando los principales museos, talleres y galerías de España, Francia, Inglaterra, Alemania e Italia, así como también el conocimiento de las islas griegas y del norte de África, conociendo su cultura milenaria. Y exposiciones – a partir del año 1974 – en la Casa de la Provincia de Buenos Aires, IV Salón de Arte de Nueva Pompeya, Quinto Salón Anual Museo Provincial Rosa Galisteo, III Salón regional de artes plásticas (1982), II Salón de Escultura, Museo General San Martín, Morón, Salón anual de la Sociedad Argentina de Escultores (1983), Primera muestra colectiva de artes plásticas del partido de San Isidro, Casa de la Provincia de Buenos Aires (1984), Centro Cultural Municipal de Buenos Aires (1985), Museo Claudio León Sempere (1987), Galería Forma, Buenos Aires, Sociedad de Artistas Visuales de Vicente López (1988), II Muestra CODEPRO, Buenos Aires, Primer encuentro de artistas rioplatenses, Montevideo, Uruguay, Galería Hoy en el Arte (1988), Semana de las Artes, Centro Polivalente de San Isidro, Galería La Fontana (1990), Homenaje al Día Internacional de la Mujer, Instituto de Previsión Social, Buenos Aires, Galería Roffe, Buenos Aires, Instituto Nacional del Libro, Montevideo, Uruguay, entre otras muestras.
Asimismo, ha efectuado trabajos de investigación entorno a las manifestaciones artísticas y artesanales precolombinas en Sud América, haciendo énfasis en la escultura zoomorfa de los pueblos guaraníes, participando igualmente en diversos encuentros especializados en Francia, España, Gran Bretaña, Italia y Grecia. Igualmente, ha impartido cursos en la Facultad de Arte Oberá, sobre “Acrílico y resina poliéster” y su aplicación en la escultura, además de haber integrado el jurado del Salón de Primavera de Misiones en su especialidad.
Evidenciando su marcado profundo interés por el rol de la mujer en nuestra sociedad y nuestro tiempo, ha participado de numerosos congresos, siendo los más recientes los que se llevaron a cabo en la ciudad argentina de San Juan, (con la participación de un centenar de expertos en dicho tema) y su asistencia al de Xalapa, Veracruz, México, invitada por el Presidente del Consejo Mundial de Artistas Plásticos.
“se podría decir que la existencia y la voluntad del diálogo en la raíz de la obra de Lucy Mattos, la escultora misionera en quién esa noción raigal, esa alusión vegetal están estrechamente ligada a su obra desde sus comienzos, encarados junto al monte de infinitas formas. Ese diálogo que en estos momentos se advierte como decantado en su incorporación definitiva, no solamente se refiere al de los materiales , establecido de manera que nada tiene que ver con un recuso estético, si no que impone su necesidad, o mejor dicho, el sentido de esa necesidad” – señaló el crítico argentino Osiris Chierico.
“En Lucy Mattos también juega la interlocución de las civilizaciones, la que vive, ama y alimenta en última instancia su producción y la adquirida en sus viajes – Europa, África, América –, sobre cuyos testimonios se ha inclinado lúcidamente, buscando coincidencias, aproximaciones, conductos subyacentes que la unen en cuanto a artista, a toda esa gran tradición que ha sabido asimilar. De allí la enriquecida evolución de su obra, que alguna vez transitó los azarosos de lo abstracto, y que se ha convertido en la actualidad en una metáfora de la realidad circundante y de sus habitantes, bella metáfora, basada generalmente en el juego de los ritmos armónicos, casi musicales. Presencia estética que no excluye por cierto una suerte de compromiso ético, social, en el que la mujer y su problemática ocupa el núcleo central. Tanto que una de las formas habituales que elabora, acercan la imagen del seno materno, del cóncavo reducto donde crece la vida. En ese sentido, la obra de Lucy Mattos es esencialmente vitalista, cargada de mensajes, de señales, de claves que aproximan el sentido de sus formas en el espacio. Hasta lo que puede parecer una simple voluta lo anticipa si se sabe llegar a sus interioridades” – expresó Chierico.
Después de trabajar materiales sintéticos, se dedicó a investigar las posibilidades del bronce y la plata a través del modelado en cera y “considerando a la escultora con sentido utilitario he pasado mis trabajos a las joyas. Las piezas se modelan en cera en placas o en bulto, para mandarlos luego a la fundición” – explica. Pequeñas piezas que demuestran su calidad de consumada orfebre a la par que un acabado exponente de lo que ha sido denominado “arte para usar”, con buen gusto, finesa de línea e impecable ejecución.
El eterno femenino – artísticamente visto – está presente en las “delicadas figuraciones que exaltan formas y actitudes con bien definidos contornos plásticos, pertenecen a la producción que la escultora elaboró durante los últimos cinco años, con técnicas y materiales diversos que mansamente alcanzan las formas que la imaginativa artista sabe transmitirle” – Adujo Oscar de Simone. Y Sofía Wachler se refirió al “espacio sabiamente conjugado con la expresión y la calidez que emana de las piezas expuestas muestran una profunda madurez”.
Hacedora de espacios, creativa de atmósferas intangibles, lo real y lo abstracto están presentes en su obra, en cierto modo. Tiene la capacidad de descubrir – y de hacérnoslo saber y comprender lo que no se percibe a simple vista. Y si es cierto que todos y cada uno mana el agua de su propia fuente y nutre de sus propias intransferibles experiencias aprendidas a lo largo de los años, entre las luces y las sombras existenciales, es indudable que Lucy Mattosha recogido nutrientes vitales por los cuatro puntos cardinales.
En el arduo, complejo y espinoso sendero del arte si bien es factible aprender las distintas técnicas, los conceptos teóricos, lo esencial, lo emocional – con ser tan pequeño y tan grande a la vez – nadie puede proporcionarlo: ni maestro ni profesional por consumado que fuere. Se nace con ello o no. Y precisamente por tratarse de un don innato es que el artista que se precia de tal debe saber hallar sus propias pautas, sus imágenes. Sin excesos pero también sin deformaciones.
Y la mujer – sin bolo de Vida – es el tema de Lucy Mattos. Artista que se alimenta de una idea primigenia, latente desde milenios, pero que posee la inteligencia y el talento precisos para saber decantarla, hasta transformarla en líneas sutiles, sensitivas. Lo que se evidenció primeramente en sus dibujos, luego en sus esculturas del tamaño natural del ser humano, y finalmente en pequeñas piezas de Plata, diminutas creaciones de orfebrería, frutos de un indiscutible oficio. Creando un estilo que la identifica, con el perdurable prestigio que se adquiere por los propios méritos.”
María Growel